26 diciembre 2009

Zalamea. Mirar un cuadro: la chimenea

Con este cuadro quise plasmar una visión fugaz y personal de uno de mis rincones favoritos. Nos sentamos frente a la chimenea para contemplar una serie de objetos puestos allí, alrededor de Charlie Chaplin, que se encuentra bebiendo con una pajita de la taza de caldo que le preparé con el objeto de calentarle un poco las tripas vacías de sus maravillosas películas mudas. Le puse a la izquierda una grapadora verde, detrás varios dibujos previos del cuadro en marcha, una botella de aguardiente que tenía preparada por si mi amigo, compañero del alma y gran pintor, Rafael Bruno, venía a visitarme desde Sevilla donde tenía su estudio antes de dejarnos. A la izquierda de Charlot un gran jarrón y el bote de barníz holandés que tanto uso. La obra está ejecutada con amplias pinceladas y colores fríos rodeados de calientes. Es un cuadro al que tengo una especial predilección. El misterio del fondo negro de la chimenea siempre me atrajo y, como todos mis cuadros, los miro en la distancia como si no fueran míos. Me gusta que al terminarlos vivan su propia vida. Yo les sigo encontrando cosas cada vez que les miro con la atención y el cariño con que se mira a un hijo. Es un óleo sobre lienzo de 120 x 100 centímetros y uno de favoritos.