21 agosto 2015

Totidiario de andar por Huelva

Totidiario de andar por Huelva
Huelva 12 del mediodía. Espero en la parada del autobús para dar un paseo por el centro.  Mientras espero, dos señoras hablan de sus cosas, nada que reseñar pero una de ellas no para de comer  pipas tirando las cáscaras al suelo; me dan muchas ganas de decírselo pero no sé si le sentará bien o me dará un sopapo. Me callo aunque doy ostentosamente con el pie a las cáscaras por si coge vela… pero como si nada. Llega un joven vecino de toda la vida y le pregunto por el curro. Tenía un bar, ha tenido que dejarlo y se ha venido con su madre porque no podía pagar el alquiler del local y de su piso. Ahora se ha atado la manta la cabeza y tiene un bar en Palos de la Frontera. Dura vida la del tabernero –le digo- aunque a él le va la marcha y dice que le gusta. El autobús me deja en El Punto, tiro por la Gran Vía, bajo los soportales. En una cafetería anuncian unas tapas de potaje (La comí un día y, está riquísima, yo soy de cuchareo; cruce de saludos con Rúper, concejal de Ciudadanos que conocía desde que trabajaba en la Casa Colón. Un compañero de Refinería me dice que solo me ve en el Facebook. Llego a la Plaza de las Monjas, me para uno de los tropecientos hermanos Jurado (al que le hice un retrato hace la tira de años) que está negro viendo cómo el camión de la basura no distingue los contenedores de reciclaje y van todos al mismo sitio. Quiere escribir una carta de protesta y que yo le haga un dibujo. Compro el Huelva Información, un café en el bar de la plaza y vuelvo a la cafetería Gran Vía a por la tapa de potaje; alguien me grita varias veces (tengo el oído derecho -lógico- averiado) es mi amigo de toda la vida, José Sotero, que ha venido a Huelva con su hijo (un gran cantaor de flamenco, por cierto). Una tapa de garbanzos, vaso de vino y rumbo a la Plaza Houston: otra tapa de patatas alioli en Cafetería Ely, almuerzo ligero y sano. Saco el coche del aparcamiento gratuito de Rodri  en el antiguo estadio Colombino y, a casa, a ver cómo mienten, tergiversan y nos manipulan en el telediario de las tres.
(Óleo de la Plaza de las Monjas recogido en mi nuevo libro: LA PINTURA de Vicente Toti)


19 agosto 2015

Crear, creer. El artículo publicado por Vicente Toti en el diario Huelva Información y otros.

Yo creo en lo que veo y en lo que me parece que vale la pena creer; algo que no suele coincidir con lo que nos “obligan” a creer los listos de siempre. Crear es un placer: una obra de arte; nuestra propia descendencia; las condiciones para que todo el mundo viva decentemente. Y además de crear, es muy importante creer: creer en uno mismo.  Uno puede pasar por esta vida sin crear nada, y no pasa nada; puede crear el caos, como hacen los banqueros alemanes con los pueblos del sur de Europa, y no les pasa nada (a los buitres de las finanzas, se entiende). Puede crear una empresa armamentista, una religión, un grupo terrorista o, como suele suceder, crear un enemigo imaginario al que echarle la culpa de todos los males creados por los anteriores. Y pasa lo que pasa: nada. La gente traga en su mayoría, bien sea por comodidad, por ignorancia o por el lavado de cerebro a que es sometida, mañana, tarde, noche… y madrugada.  A mí me gusta crear algo de arte; el conseguirlo o no, ya es otra cosa. La puñetera inquietud por hacer cosas: pintar, escribir, editar libros y periódicos… casi siempre con la tonta idea de que se tome conciencia de lo mucho que perdemos cuando perdemos el tiempo.  El tiempo. “Pídeme lo que quieras, menos mi tiempo”, es una de las frases que más me impactaron, y que suelo utilizar cuando es absolutamente imprescindible.  Ahora mismo podría pensar “Estoy perdiendo el tiempo predicando en el desierto”. Pero enseguida me doy cuenta de que esto es mucho mejor que interesarme por la problemática del Barça de Qatar, el Madrid de los Emirates o el miserable Sálvame de Telecinco.Vicente Toti 

01 agosto 2015

Mi artículo publicado ayer en el diario Huelva Información

TOTIDIARIO / PUBLICADO EN HUELVA INFORMACIÓN. --Cuesta saludar; por cortedad, la mayoría de las veces. A mí me gusta el saludeo. En Zalamea hay unos cuantos saludos encantadores, entre los que se ha metido el moderno “hola”. Yo practico el “Hey”, el “vamos”, el “adiós”, el “hasta luego” o el saludo con la mano. 
Me gustan menos, los buenos días, las buenas tardes o las buenas noches,  porque los veo más fríos; aunque también los practico. Pero sin duda alguna, el mejor saludo es la sonrisa, ese gesto tan sencillo y que tanto cuesta a veces; bien sea porque estamos pensando en algo profundo, o porque no tenemos ganas de hacer ese pequeño esfuerzo. 
Es verdad que hay personas que parecen estar siempre enfadadas con el mundo, con todo el mundo; y no saben lo que se pierden, porque una sonrisa a tiempo es una batalla ganada o, al menos, no perdida. 
¿Cuándo empecé a darme cuenta de esto? Un día estando en mi mesa de trabajo, llega un jefe (en mi trabajo había más jefes que indios), y me dice: ¿Te pasa algo? – No, al revés, estoy contento porque me han pedido poner otra exposición de mis cuadros y, encima, mañana me voy de vacaciones. –Pues con esa cara de mala leche nadie lo diría. Me extrañó, pues la verdad es que siempre traté de ser amable con él y con todos los compañeros.  Pero, al parecer, estaba tan concentrado en mi trabajo, que olvidé sonreír. Cuando entraba en la Redacción del Huelva Información en la plaza de san Pedro, Caridad Orta decía “Llegó el señor de la sonrisa”. Qué cosas…
Uno lleva toda la vida tratando de aprender cosas. Y estas, del saludo y de la sonrisa son dos de las que ayudan a vivir más a gusto con uno mismo. Si un eslogan tiene sentido es el viejo “Sonría, por favor”.
Vicente Toti