Domingo Gómez, escribe un libro sobre las experiencias de veinte personas de Zalamea que en un momento dado se fueron del pueblo. Casi todas siguen en su "exilio" excepto yo, que solo estuve cuatro años, de los 18 a los 22. Una de las preguntas que me hace es ¿Crees que salir del pueblo fue un acierto? -Por supuesto -le contesto- en aquella época tan lejana y rosa para unos, gris oscuro para muchos, poder conocer a gente distinta y aprender a convivir con otra cultura era bueno, bonito y saludable. Por ejemplo, en mi trabajo (despacho de artículos de escritorio y bellas artes) eran todos catalanes, pero me hablaban en castellano, hasta que les dije que lo hicieran en su idioma, y me enseñaron catalán. Ya casi lo he olvidado pero es bueno saber. Por cierto, allí conocí a varios personajes que después se hicieron famosos. Uno de ellos fue Manuel Vázquez Montalbán, escritor. También conocí a Jaume Perich, dibujante en un diario que salió por entonces llamado TeleXpress. Con ellos y otros psuqueros, paseábamos por los alrededores de Las Ramblas, conspirando contra el Régimen y bebiendo más de un trago (a los dos les gustaba el whisky; pero a mí, entonces, solo los refrescos). Y ustedes dirán que a qué viene esto; pues muy claro: entre todas las modalidades narrativas me quedo con las autobiografías: enseñan los triunfos y las derrotas del que escribe, además de dejar en negro sobre blanco vivencias que quedarían en el anonimato y que pueden servir a alguien. Por eso estoy muy contento de que una veintena de emigrantes expresen sus experiencias de primera mano y no a través de terceros. Por eso y porque estoy liado también con mi propia biografía, que espero se publique cuando me muera.
